Hace tiempo que escuché la cita que titula esta nueva entrada. Disculpas por no citar al autor, ni siquiera el Dios Google me ha podido ayudar a indentificarle.

Lo cierto es que no creo que ese tipo de «medicinas», las palabras, sean el mejor tratamiento para ninguna enfermedad con una fisiopatología claramente definida, pero sí pienso que deben ser un elemento nuclear dentro de una estrategia terapéutica global para abordar esa enfermedad sea cual sea su pronóstico, especialmente si éste es desfavorable.

La realidad es que tradicionalmente los médicos no han visto estos fármacos, sí, las palabras, como de fácil de manejo, y sin entrar al analisas del porqué, son varias las causas, hay un hecho de partida incuestionable: la falta de formación para llevarlo a cabo.

Las cosas están cambiando observándose movimiento aislados -algunas facultades, cursos de post-grado, iniciativas de sociedades científicas- que demuestran el convencimiento de algunos respecto a la importancia de esta cuestión. Pero pongo en duda el que haya una clara vocación por parte de los estamentos pertinentes, los que marcan las políticas docentes de las ciencias de la salud, más allá de lo politicamente correcto que es hablar hoy en día de la comunicación médico/paciente, para situar esta «ciencia» al nivel del conocimiento sobre los canales sodio/potasio, la etiopatogénesis de las enfermedades degenerativas del cerebro o la teoría de la hiperfiltración glomerular.

Iniciativas como la que ha tenido la Organización Médica Colegial, http://bit.ly/dtCd3F apuntan claramente al cambio

El Dr. Marcos Gómez Sancho nos ilustra con sus recomendaciones

http://www.actasanitaria.com/fileset/doc_59671_FICHERO_NOTICIA_132610.pdf