Bien pensado, en momentos de crisis como la actual, tener un trabajo es un privilegio. Pero considerarlo simplemente así, no me parece suficiente. Es el sentido que uno proporciona al trabajo el que le otorga verdadero volumen, una perspectiva diferente y enriquecedora. En este artículo se reflexiona sobre la diferencia que existe entre ver el propio trabajo como un medio de subsistencia con el que ganar dinero, como una carrera profesional o como una vocación que, si se orienta al servicio, no solo nos regala innumerables satisfacciones personales sino que colabora al bien común. Quizá los que tenemos la suerte de tener trabajo no podamos hacer mejor cosa para salir de la crisis que trabajar mejor, con miras más altas y afán de cooperación.

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