Saberse habilidoso y bueno en determinados ámbitos ayuda a progresar, aunque hay una premisa de la que partir siempre y que no hay que olvidar nunca: “la confianza mató al hombre”. Y si no que se lo digan a las decenas de personajes públicos que se han visto en situaciones, cuanto menos apuradas, por un exceso de confianza y la consiguiente bajada de guardia.
Esto es justo lo que le ocurrió a Carlos González-Garcés, durante una rueda de prensa, cuando era concejal de Cultura en el Ayuntamiento de A Coruña. Hombre experimentado en estas lides de comparecer ante los medios, acudió con los datos en la mano, pero con un discurso poco elaborado y, casi dejado a la improvisación. El resultado: él y su mente apelaron a una idea con la que no habían contado previamente, que quizá surgió sobre la marcha y que le produjo tal ataque de risa que no pudo terminar su intervención.
Quizá ese día decidiera que la espontaneidad más natural es la que se prepara a conciencia.
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