Jonas Ridderstråle: sobre creatividad y liderazgo 15, octubre El sueco Jonas Ridderstråle –y su colega Kjell Nordström–, se han convertido en los últimos años en dos de los autores más reclamados del management internacional. Sus éxitos de ventas Funky Business y Karaoke Capitalism les han colocado en la vanguardia del mundo de la gestión. El primero de ellos ocupa el puesto decimoquinto de los libros de management más vendidos en la historia.

Creatividad e innovación

Trabajar la originalidad y no ser una fotocopia es la única manera de ser realmente competitivos en el escenario que nos ha tocado vivir: “En un mundo en el que tenemos demasiado de todo sólo sobrevivirán los negocios que tengan una receta original. Todo depende de ser creativo y ofrecer algo distinto”. (…) “La copia de las estrategias de negocios, en el mejor de los casos, te pone en el medio del pelotón, no en una posición de liderazgo”.

“Si tu trabajo no tiene nada de especial, nadie reparará en ti con independencia de lo duro que trabajes, y eso significa que tampoco te pagarán mucho”.

“Vivimos en la sociedad del exceso, con un exceso de empresas parecidas, que emplean a gente parecida, con educación parecida, con ideas parecidas, produciendo cosas parecidas, con precios parecidos y con calidad parecida”.

Innovar es arriesgar. Y riesgo es sinónimo de incertidumbre; y la incertidumbre no es plato de buen gusto. Pero sin riesgo no hay crecimiento.

«El mayor enemigo está en nuestro interior, en la naturaleza humana. Si echamos un vistazo al manual del ser humano, el capítulo primero se llama supervivencia. Estamos programados para sobrevivir, y la forma más sencilla de supervivencia es evitando riesgos. Esto es suficiente para salir adelante, pero no para triunfar. Tenemos preferencia por actividades orientadas hacia la explotación (de las ventajas competitivas existentes), frente a actividades basadas en la creatividad e innovación, ya que estas últimas están impregnadas de incertidumbre y ambigüedad».

«Hoy día es que vivimos en una sociedad de sorpresas. Constantemente están ocurriendo cosas que nos sorprenden: culturales, económicas, políticas, deportivas… Ante esta realidad tenemos dos opciones: o te conformas con que te sorprendan o decides sorprender».

Liderazgo y gestión de las emociones

A la gente se la gana uno más por el “corazón” que por la “cabeza”, por los “sentimientos” más que por la “lógica”; por la “emoción” más que por la “razón” apelando a lo más íntimo del ser humano y tocando esa fibra que consigue despertar el anhelo más profundo del individuo

«El marketing de los sentidos se convierte el principal aliado. El éxito está en estimular, emocionar, sorprender y seducir a los estados de ánimo. Charles Revlon lo expresaba así: “en las fábricas hacemos perfumes; en las tiendas vendemos esperanzas”.

«Hoy día la definición de talento incluye tanto el capital “intelectual” como el capital “psicológico” y “social” de las personas. Estudios recientes ponen de manifiesto como el capital “psicológico” es más determinante como factor explicativo del rendimiento que el capital “intelectual”. La experiencia y la educación, los dos componentes fundamentales del capital intelectual, tan sólo explican el 20% del rendimiento; mientras que un único factor psicológico como la confianza –la creencia en uno mismo para alcanzar los objetivos– explica el 38%».

«Todos influenciamos en los demás, y mucho más un directivo, que es el referente del equipo. La cuestión es hacerlo de manera consciente. ¿Cómo se consigue? Generando compromiso. El directivo debe ser capaz de crear una conexión emocional entre la fase de “visión” (a lo que se aspira) y la de “ejecución” (realización); y si no lo consigue, fracasará. El directivo actual debe dedicar más tiempo a seducir con la visión para generar la conexión entre visión-ejecución y conseguir el compromiso. Esto hace que el liderazgo sea más complejo, pero también más divertido».

También me ha interesado esta cita de José Manuel Casado, miembro del Consejo Editorial de Executive Excellence: «Las mejores y las peores cosas en nuestra vida tienen que ver más con el mundo de los sentimientos que con el de la razón. A pesar de ello, las empresas se empeñan en comunicarse con sus empleados a través de la razón, aún sabiendo que el hombre antes de pensar, siente. La única forma de obtener beneficios es atraer la parte emocional de las personas: clientes y empleados movidos por los sentimientos e imaginación y no tanto por la razón”.