Recientemente Cícero fue invitado a participar en Cali (Colombia) en la VI edición del Salón Empresaria Vallempresa 365, un foro organizado por Comfandi en el que participaron 6000 empresarios de varios países.
 
Arturo Merayo inauguró el ciclo de conferencias con la titulada “Inteligencia emocional como habilidad gerencial”. Lo que os ofrecemos aquí es un resumen de apenas 15 minutos en el se recogen algunos de los fragmentos de su intervención de hora y media.
Analizó cómo los cambios tecnológicos de la sociedad del conocimiento están haciendo que los intangibles empresariales sean cada vez más importantes. De entre todos ellos, el más relevante –dijo- es la comunicación, “pues afecta a todos los ámbitos de la organización y está presente en cualquier relación externa o interna”.
La comunicación emocional resulta especialmente significativa pues en ella se encuentra el fundamento de la motivación, la persuasión, el desarrollo de la empatía, la capacidad de escucha… Sin embargo, la mayoría de las personas tienen dificultades para reconocer y aún más para regular emociones, sentimientos y estados de ánimo en sí mismos y en los demás. “No se trata de incapacidad: es que nuestro sistema educativo sigue considerando que la inteligencia emocional no es importante y, en consecuencia, no se plantea estimularla”.
El profesor Merayo señaló que “los líderes han de provocar el cambio, estimular la innovación o gestionar el talento y nada de esto se puede hacer sin tocar los resortes emocionales de la gente. Pero el 40% de los directivos  que se incorporan a un nuevo rol fracasa a los 18 meses. ¿Por qué? Pues precisamente porque carecen de competencias emocionales”.
No es extraño que esta falta de entrenamiento emocional entre muchos líderes origine  procesos de comunicación muy pobres dentro y fuera de las organizaciones. Y es que para comunicar bien, no basta con la intuición ni con la buena voluntad: hay que conocer técnicas y procedimientos concretos.
Arturo Merayo dedicó una buena parte de su conferencia a explicar cómo debe comunicar un buen líder emocional: tratando a cada uno según sus necesidades, es decir, comunicando de modo diferente con cada persona según la predisposición emocional de cada una: “ya no vale dar café para todos”. Pero pulsar las emociones personales es preciso dedicar tiempo a pensar en las personas: “Un buen líder emocional dedica la mayor parte de su tiempo a pensar en su gente”. A partir de ahí es necesario ejercer distintas actitudes de liderazgo en función de cada interlocutor y de cada circunstancia: dirigir, guiar, apoyar y delegar. Liderar siempre del mismo modo es ineficaz.
La conferencia concluyó con algunas pistas para el ejercicio práctico del liderazgo emocional. Esperemos que disfrutéis del vídeo.